jueves, 30 de agosto de 2007

NADIE MUERE COMO HÉROE EN LA POLÍTICA

La pasión esconde el sentido y da rumor a las realidades. Nada es supuesto con seriedad. El vértigo escandaliza a los cronometrista de la turbulencia política. Cuando la agenda política no guarda relación, con la fantasía necesaria y temporal de la sociedad, comienza a percibirse de cerca la entropía. La cultura del desorden se acepta por si acaso, por si acaso, yo también termino siendo un pasajero del caos.
La sociedad del caos no se compromete con las instituciones, es mas, las castiga y fustiga hasta hacerlas transparentes y casi invisibles a los ojos de los temporizadores sociales.

El curso de lo social esta proyectado sin brújula, no hay radar, el vuelo de los políticos es bajo, lo peor es que no va en ascenso, el osciloscopio no parecería funcionar en las nave tripulada por los gobernantes, por lo que es propio pensar, que cualquier viento desequilibra el vuelo de la acción proyectada, y termina haciendo estrellar las ideas y los objetivos.

No podría ser serio el pensar que una sociedad insensible al dolor no merezca algodones ni anestesia en la urgencia quirúrgica. Aquí donde el dolor se esconde en las graderías políticas, se fumiga la información y se estable un pacto marginal entre lo mucho y lo menos que se puede tolerar y entender de la pobreza. La letra de tango deja puntos suspensivos para la nostalgia del mudo sentimiento y del reclamo solidario.

El Estado es patibulario, el oro reluce en la obra pública, cuando esta se asienta, en el inventario de los presupuestos, engrosados por el cohecho , aplaudido por el irresponsable asombro, de un público “indecente”, asimilado a la ignorancia fortuita, hilada junto a la desgracia aventurera y decadente. En este camino sucumbe el quejoso, y el llorón, que miente, pensando que así disimula el patrimonio mal habido.

La mentira adornada se exalta como verdad absoluta, nada se restablece ni discute una vez instalada. Toda la obra del funcionar político se funde en la mezcla alquimista de la que, la nada da cuenta y el sentido da su vuelta de campana. El ploteo a la mente deja consignas y su despegue posterior no permite nuevos colores sin cambiarlos, la escala de los mismos agrega una nueva variedad de tonos a nuestros sentidos.
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Nadie muere como héroe en la política, sólo en la guerra de ladrones, paranoicos, lamentosos y suicidas. El sin sentido abreva en las aguas de los cóndores sin alas.

Somos lo que somos... y con eso, nos conformamos los argentinos. Difusos para presentarnos a nuestra consciencia, amplios para gobernar el pensamiento ajeno, bizarros e incestuosos para gobernar el destino del país.

Mario Pérez González

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